Ya no quiero ser perfecta
Cuando un día te despiertas y te das cuenta de que estabas intentando ocultar tus debilidades, sufrimientos y situaciones desfavorables porque en ti albergaba una creencia de que tener esas desavenencias o dificultades era símbolo de no ser capaz, valiosa, especial y, como no, mucho menos importante porque no sobresales como otros, esos a quienes admiras y te gustaría ser como ellos.
De pronto, un día al despertarte comprendes que aquello que te rodea está lleno de autenticidad, solo que cada quien a su manera y que no tiene nada que ver con que te guste o no. Cada quien es como es sin pretender ser quien no es. Te guste o no te guste, ellos son como son sin querer ser quiénes no son o, simplemente, no quieren ser como otros.
Consigues ver el mensaje tan maravilloso que se escondía tras esas apariencias tan distintas unas de otras, pero con un detalle en común porque lo tenían todos, el no querer aparentar lo que no son haciéndote ver que, estés donde estés y con quien estés, tú eres quién eres y no puede ser de otra manera.
Aprende a ser tú misma sin querer ser como nadie más, ya sea que estés al borde del abismo o nadando en aguas cristalinas porque la autenticidad no está reñida con lo que tienes y lo que vives, pero si con lo que haces y cómo lo haces.
Eres buena en muchas cosas y, también, mala en muchas otras, aunque quisiste ser perfecta (ya lo sabemos) por mucho tiempo porque pensabas que así te querrían un poco más, quizás creíste que te querían poco o nada y ahora que ves a esa gente siendo como son, te guste o no, y que no quieren ser como nadie más, te das cuenta de las tonterías con las que vivías.
Dejas de apoyar esa vergüenza que sentías por algunas cosas de ti que te hicieron creer, o creíste, que no eran correctas. La inconsciencia de quienes no tuvieron la consideración adecuada al tratarte, no era señal de que tuvieran razón y, si hubiese sido así, tú también pudiste negarte, pero no lo sabías, lo dabas todo por hecho porque nadie te dijo lo contrario a tiempo o antes de que tu mente lo absorbiera todo como esponja sin capacidad de discernimiento.
Sobre quienes miraban más tus defectos que tus cualidades creyendo que eras defectuosa, así es como ellos también aprendieron.
En esencia, no eres ni perfecta ni lo contrario, simplemente eres y nadie te va a querer más por ser como quieren que seas porque, simplemente, no serías tú.
Ahora ya lo sabes, se tú, y si no sabes cómo, aprende.
Párrafos imperfectos puestos a conciencia