Cuando algo cobra sentido

21.12.2021


Cuando algo cobra sentido, la calma se asoma como si siempre hubiera estado ahí pero no te dabas cuenta.


Podrías llegar a sospechar que la calma tenía miedo de ti, de tus pensamientos, amarguras y esa sensación de mal viento aunque, en ocasiones, se asomaba por la ventana para mirar tu mundo. ¡Qué yuyu! Diría, así cualquiera se atreve, no quería arriesgarse pero, cuando esta aparece, algún motivo habrá, algo debió cambiar para que saliera de su cueva y deje de ser presa de la cobardía.

¿Te encuentras protagonizando un cuento con un título parecido a: "El pajarito que no saca sus alas"?

"Erase una vez..." un pajarito que todavía tiene sus alas diminutas porque aun es pequeño o muy joven y emprende su viaje para descubrir el mundo y crecer en el pero, durante largo tiempo, en el camino se encuentra tantas incoherencias, obstáculos y tropiezos que no consigue aprender a alzar sus alas mientras va creciendo, tal que, acaba creyendo que no las tiene. Se pasa tiempo ocultando su frustración avergonzado aunque, a veces, se permite sacar el llanto. En otros momentos se queja pensando que la vida está mal y el camino con sus caminantes también, ¡oh, ay que ver cómo son!... El caso es que va desorientado dando tumbos y, al no hacer paradas (reflexiones), acaba estrellándose.

Entonces, no permitas que tus lágrimas se estanquen hasta que tu cuerpo reviente por rechazar lo que duele o hacerte el fuerte. Mira hacia atrás y observa cómo vas conduciendo en este viaje que llaman vida humana. Puedes huir de tu malestar una y otra vez pero más te va a doler cuando veas que se agarra a tu cuerpo y tus ganas, tus sueños sumado a tu valía y voluntad, a veces, hasta tu propia vida, se van apagando porque no te rindes. 

Te resistes y resistes... Te da vergüenza expresar lo que sientes. Quizás te da miedo que te vean de bajón porque crees que eres débil si lo haces y estarás en peligro. Es tanta bola la que llevas dentro que huyes continuamente perdiéndote en lo que podría resultar como arenas movedizas de las que te cuesta mucho salir, hasta que te das cuenta de que algo no va bien y no puedes echarle toda la culpa al que está fuera porque repites sentires y situaciones, tal que, llegas a plantearte: ¡no puede ser que todo el mundo esté equivocado menos yo! ¡No puede ser que los malos siempre sean ellos y nunca lo sea yo!, ¡por fin llegó el milagro! y descubres que no se trata tanto del otro y que se trata más de ti. 

Cuando algo cobra sentido vas renaciendo, surge la calma y empiezas a soltar

Estás aprendiendo a ser tú, con tus alegrías y tus miserias. Con tus sueños y lo que, tal vez, nunca consigas pero sin que te importe realmente dejando de fustigarte por tus errores y no logros. Estás reconociendo el ángel y el diablo que llevas dentro y, en consecuencia, comprendes que los demás también tienen los suyos. 

En definitiva, empiezas a vivir con más conciencia sobre ti y tu mundo.


Aprender a ser YO
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